Los asientos van prácticamente vacíos y he corrido las cortinas de par en par, para que entre toda esa luz que nos cegaba cada mañana. Aún sigue tu olor en el asiento de al lado y recuerdo a Borges y su: «Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso». Aunque tú creas que siempre estuvimos en el infierno.
Sí, sigue quemando, pero te prometo que ha vuelto a ser el sol haciendo de las suyas entre la nieve y el cristal. A cierta altura el suelo no me da miedo, la carretera sigue siendo igual de peligrosa que siempre pero me tranquiliza saber que ahora que no vienes tú no puede pasarte nada en ella. Maldito paisaje, ¿Cómo demonios puede caber tanto color verde y albergar, a su vez, tan poca esperanza?
No hay comentarios:
Publicar un comentario