Amaneceres
Damos saltos de paralímpicos justo antes de llegar a tu casa; la
mañana nos intenta coger de la mano, tú haces música con los tacones en
los bordillos y yo juego a la rana con mis pies dentro de los charcos.
—¡Niños!,
son como niños!!! —se dicen las mujeres de negro que nos esquivan para llegar antes a misa; y de vuelta, comprar el avío que hace permanecer a sus maridos (en algunos casos: espíritus) con el periódico en casa.
Por el portal hasta tu casa: escaleras sin caracoles,
felpudos de bienvenida, olor a pintura, barnizados varios y mirillas
atentas.
De tu casa hacia el portal: una puta atracción de feria, niños que
estrenan sus juguetes, la alarma de la pareja a la que le pone
escucharnos, y toda la fauna y flora que habita en tu escalera.
En
la calle comienzan las sirenas, la luz que mata a las farolas también
espabila todos los nidos de esta ciudad y ahorca al yonkie que se siente
preso. El viento, que no llega a madurar y se ríe en forma de brisa,
acompaña los silbidos de aquel afilador que no tiene perro, ni quién lo
escriba, ni los necesita...
(susurras)
"No te despistes, arriba te siguen quedando dos botones y siete escaleras".
En
la cocina: primer asalto, nos perdemos entre los cacharros, nos
imantamos a la nevera, encendemos la campana, desarmamos los armarios,
nos comemos la merienda...
En el pasillo: jugamos al primer toque en una baldosa, colocamos los cuadros en su sitio y nos reímos las vergüenzas.
En
la bañera: vaciamos el éxtasis líquido de nuestra ropa interior,
dilatamos las pupilas, hacemos de nuestra espuma el champán, y los besos
psicotrópicos el sabor a flores y fresas.
En la cama, un calendario...y en el calendario: otro domingo sin marcar y un día menos de "primavera".
Enhorabuena por ésta primera entrada, espero que tengas ánimos, fuerzas y letras suficientes para que pueda seguir leyéndote. Salud!!
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