jueves, 29 de diciembre de 2011

Carta de Notificación

 Hui de un aborto inminente cuando
 mi alma aún pesaba más que mi cuerpo.
 En no sé qué tratado de dioses, médicos y químicos,
 pusieron nombre a un fallo de oxígeno en mi cerebro.
 Aún así, cuatro meses después, me empeñé en ver la luz;
 y a los dos años, el novio de mi madre
 y su cinturón de lagarto,
 en que viera las estrellas.


 Cuando la vida te golpea de pequeño,
 un funcionario de ahí arriba tiene una lista de trabajos para tí:
 ladrón, asesino, violador, maltratador, conductor suicida...


 Pero cuando la vida te golpea antes de nacer,
 un abogado, también de ahí arriba,
 redacta un contrato con la pluma de su rutina e indiferencia,
 lleno de cláusulas a letra pequeña que tendrás que cumplir:

 (aunque no las firmes porque te ven incapaz)

  .1º Tienes que ir a un colegio especial
  .2º Tienes que dejar que te limpien el culo y te duchen
  .3º Tienes que tomar medicamentos que matarán tus deseos
 .4º Tienes que esposarte de por vida a una cárcel transparente
. 5º Tienes prohibido crecer y reproducirte, aunque fueras tú 
     quién eligiera nacer después de todo
. 6º Tienes que morir jóven, como las estrellas de rock, para dejar 
     un mayor recuerdo


 "Uno es de donde pace, no de dónde nace"
 Escucho a diario en las tabernas, en el mercado, en las calles.
 En mi caso, voy a morir sin pacer,
 sin saber lo que es vivir libre en el campo.
 Ojalá hubiera nacido vaca en Etiopía
 para amamantar y ver crecer a los niños,
 u oveja en algún pueblo e irme a cortar el pelo a mi barrio
 para tapar a los vagabundos.
 Me hubiera gustado ser una especie de caballo de la paz,
 entregando firmas de treguas.


 "La vida es injusta"
 Oigo en tanatorios, en hospitales, en residencias...

 No, la vida es justa.
 Lo injusto es morir sin haberla vivido.
 Lo injusto es nacer con facultades para comer por uno mismo
 y cultivar fantasmas para recoger miedos.

 Pero lo más injusto de todo es ver como tus seres queridos
 tienen que cargar con tu cruz, una cruz
 que, ese de ahí arriba que va de creativo y yo, teníamos a medias.
 Y más cuando su personaje presume de amor al prójimo
 en best sellers traducidos a mil lenguas y
 vendidos durante miles de años.

 Denuncio además el abuso de su monopolio
 y sus tiendas e iglesias.
 A esta última le pediría desligarse del patrocinio de las creencias
 y que dejara de ser un club mecenas de cementerios.


 Así pues, pido desde aquí, a mi abogado,
 el mismo que se cree que no sé firmar,
 reclame una indemnización para mi familia,
 la máxima que pueda.

 Y les haga llegar también en el mismo grado:
 mi cariño y admiración.

 Y que mire el bolso de su chaqueta, echará en falta su pluma.
 La misma que escribe
 (aunque pensaste que no sabía ni firmar)

 Me dispongo a cumplir la última cláusula,
 incluso mucho antes de lo que se me pedía.

 De todas formas, para el mundo
 nunca seré más importante que Morrison.


 Sí, lo conozco.
 (En mi colegio especial nos dejaban escuchar el walkman)

 

Búnker con hilo musical

 Abajo hace frío y se respira humedad,
 el decorado quiere parecer de cartón
 pero se endurece igual que antes lo hacían mis nudillos.
 

 Los huesos chirrían y
 se quieren separar de la piel,
 los vuelvo a hundir contra el muro
 y olvidan su afán de protagonismo.
 Recuerdo cuando había lunes
 y los bares, sus piernas,
 el miedo,
 mi juventud,
 las esquelas de los periódicos.

 Aquí abajo
 tengo tan pocas cosas
 que me sobra mi propia existencia.

 No existen días,
 ni los astros,
 no hay celos, ni relojes, ni prisas,
 no hay guerras
 (excepto una civil conmigo mismo)

 Afuera... aún puedo escuchar
 Montañas seducidas por el adoramiento de un sol,
 las flores se rebelan y gritan a los árboles,
 los pájaros ya no sueñan
 porque se les ha olvidado volar,
 los animales abandonan las armas
 y los ladridos son su extinción.


 Todos los niños del mundo
 se ahogan en mares de plástico
 y sus madres trafican con balas
 para pagar sus funerales.


 El hambre es un dictador
 con ciento doce galones y sin vida militar,
 los coches y sus conductores
 son el espejismo de la vida
 y se escupen cien años de maldición
 chocándose a la velocidad de la luz


 ...
 Si aquí abajo llega la catástrofe
 me inmolaré junto a las cucarachas.













Año I (d. de mí)


Coincidió casi el mismo año
que a la suerte le diera por abandonarme
y yo dejara de creer en Dios.

Supongo que cuando asalto una nueva iglesia
me apresuro a tragarme los nudillos,
así nadie me tira de la lengua
y me ahorro el persignarme
(menos contigo)

Y si quieres seguimos hablando de mi religión
o de por qué te comparo con Dios;
siempre queda mejor llamarte Afrodita
que Puta
(menos en la tele)

O de cómo me sigo dando miedo
por no saber sujetar agosto
a las trabillas de mis pantalones,
y de jugarme septiembre
a cara
o
carísima.

Quien a hierro mata...
y yo perecí un 31 de julio  
entre los amasijos de tu boca.

Hoy ya solo me visitan los camareros
y veo que lo de no creer en Dios era recíproco.

Me llevan flores,
un libro de metáforas de Neruda,
una botella de ron que no me dejan probar
y con la que rezan
que una vez
"hice reír a más de mil mujeres".

Y se escucha una risa, como de una viuda
pero sin reloj de arena.